Adrián Rodríguez es un niño de tres años que vive en la planta baja de un edificio de la calle Cobalto, 22, en Villaverde Alto (Madrid). Hasta llegar a la puerta de su casa tiene que subir siete peldaños, una tarea imposible para este pequeño que cuenta con una discapacidad del 87%. Una lesión cerebral de nacimiento le redujo de forma importante la visión y le dejó el nivel motórico muy afectado.
A sus padres, Juan Vicente Rodríguez y María de los Ángeles Huerta, según se va haciendo más grande Adrián se les complica la tarea de atravesar esas escaleras transportándole en una silla de ruedas adaptada. Apenas se puede mover. Ni siquiera para sentarse en la silla.
53 de 55 vecinos se opusieron
Pidieron en noviembre del año pasado un elevador a la comunidad de vecinos, formada por 55 residentes. 53 se negaron. El elevador para minusválidos cuesta entre 7.000 y 8.000 euros. La alternativa que les ofrecen es aprovechar unas obras que tienen que realizar en el garaje (de 30.000 euros) para evitar que se mojen los vehículos de los propietarios y construir un pasillo perimetral. Adrián tendría que acceder a él atravesando el aparcamiento, cruzar un jardín a la intemperie y llegar a una puerta que da acceso a su planta. Pero esta vía les queda muy retirada de su aparcamiento de minusválidos, que está frente a la puerta del portal.
Dada esta necesidad y enfrentamiento con los vecinos por falta de sensibilidad, los padres de Adrián lo han denunciado por la vía civil. También han acudido al Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) de la Comunidad de Madrid, cuyo presidente, Javier Font, les acompañará en el juicio. Desde el Cermi les han informado de que esa alternativa para Adrián no es viable. Ahora le toca hablar a la justicia.