Eran las once y cuarto de la noche, hora de Washington, cuando cayó el resultado: Barack Obama había ganado Ohio y con ello una segunda oportunidad en la Casa Blanca. El primer presidente negro de Estados Unidos tendrá otros cuatro años para gobernar un país profundamente dividido sobre su futuro, el papel del estado en la vida de sus ciudadanos, y el camino a tomar para salir de la recesión.
La victoria ha sido realmente ajustada. Pese a que en los votos electorales Obama ha logrado un total de 303 frente a los 206 del republicano Mitt Romney, los votos reales reducen drásticamente esa diferencia. Obama ha sido votado por 58.764.367 personas mientras que Romney ha logrado 56.507.257. Es decir, poco más de dos millones de votos han decantado la balanza en favor del demócrata.
Ya de madrugada, Obama apareció con su familia en el centro de convenciones de Chicago, con el "Signed, Sealed, Delivered" de Stevie Wonder de música de fondo, la canción de su primera campaña, mientras la masa enfervorecida gritaba "cuatro años más". El presidente habló de su mujer "nunca te he querido tanto" y de sus hijas Sasha y Malía "que se están convirtiendo en mujeres" y dedicó su victoria a sus simpatizantes.
"La democracia en un país de 300 millones puede ser complicada y desorganizada" dijo Obama, "y es normal que se desaten pasiones y controversias y no cambiará después de esta noche" pero todos los estadounidenses "comparten las mismas esperanzas de futuro". Fue un discurso muy general sobre una "América compasiva y tolerante" en el que el presidente retomó su lema de campaña, "tenemos que ir hacia delante". Añadió que volvía "a la Casa Blanca con más determinación" y aseguró que quedaba "mucho trabajo por delante". Mencionó de pasada Nueva York y Nueva Jersey, donde el huracán Sandy "ha animado a los responsables a trabajar juntos más allá de sus diferencias políticas".
Pero lo cierto es que los estadounidenses han votado más al hombre que al programa y no le han dado del todo su voto de confianza. En tiempos de crisis, los electores tienden a ser conservadores, en el sentido de que conservan lo que tienen. Romney, que sólo afianzó su imagen en el último mes de campaña, no consiguió presentarse como un candidato convincente. Obama consigue sin embargo una victoria importante en un país con 7,9% de paro.
Los republicanos seguirán controlando la Cámara de Representantes. Los demócratas el Senado, una situación que ha paralizado la vida política en Washington desde hace dos años, desde que los republicanos recuperaran la mayoría en las legislativas de 2010. Visto el tono de la campaña es poco probable que impere un afán bipartidista, pero por otra parte los conservadores se han quedado sin argumentos: su principal afán era hacer de Barack Obama el presidente de un solo mandato. Ahora quizás tendrán que legislar.
Los republicanos tardaron en reconocer su derrota. Con sólo 30.000 votos de diferencia las televisiones habían dado la victoria a Obama cuando Virginia y Florida todavía no se habían decantado. A la una de la madrugada, Romney, sonriente, finalmente acudió al centro de convenciones en Boston para reconocer su derrota. En un discurso muy corto y bastante blando, habló de "tender una mano" en unos tiempos complicados. "Paul (Ryan) y yo lo hemos dado en esta campaña", aseguró el candidato que pidió a sus simpatizantes "rezar por el nuevo presidente". Sólo dejó entrever su decepción en un breve momento, cuando dijo que Ann, su mujer, hubiera sido una "estupenda primera dama".
Fue una noche bastante más corta de la que se anticipaba. Las malas noticias fueron cayendo bastante temprano para los republicanos: la victoria de Obama en Pensilvania donde Romney estuvo haciendo campaña hasta el último momento en un intento desesperado por convertir este estado tradicionalmente demócrata en una victoria conservadora. New Hampshire cayó poco después, otro estado simbólico, donde Romney tiene una casa e inició su campaña.
En Massachusetts, la victoria de Elizabeth Warren, candidata al senado, frente a Scott Brown, el republicano que consiguió hacerse con el escaño del difunto Ted Kennedy, también infundió ánimos al equipo demócrata. Iowa también se decantó relativamente pronto, el lugar que dio la primera victoria a Obama en las primarias demócratas frente a Hillary Clinton y la última etapa electoral del presidente antes de volar a Chicago. Obama también ganó en Wisconsin, el estado que hace dos años fue el primero de muchos en lanzar una andanada contra los sindicatos al limitar su derecho a la negociación colectiva.
El voto latino jugó un papel decisivo en los estados "bisagra" especialmente en Florida (16% del electorado), Nevada (15%) y Colorado (14%) pero también en los estados donde, aunque sigue siendo muy minoritarios, como en Virginia, Iowa y Ohio, contribuyeron a desempatar a los candidatos. En total se calcula que más de 12 millones de hispanos acudieron a las urnas, 26% más que en 2008.
Dato interesante, los sondeos a pie de urna de la agencia Associated Press aseguraban que la mitad de los estadounidenses culpaban a George Bush de la crisis económica, la primera preocupación para el 60% de los votantes.
Si Ohio hubiera sido un contencioso, las dos campañas tenían listos a sus abogados para recurrir los votos y pedir un recuento para evitar el desastre del año 2000 en el que Al Gore perdió Florida y las elecciones. El margen decisivo se situaba en 100.000 votos, dos puntos porcentuales, lo suficiente para confirmar la diferencia entre los dos candidatos. Romney perdió Ohio en gran parte por un articulo que escribió en The New York Times, en los más profundo de la crisis criticando el rescate de la industria automovilista. En un estado que depende en gran parte de las empresas del motor, fue un error que le costó muy caro.
¿Cómo será Obama en estos próximos cuatro años? Un presidente realmente progresista que cumplirá las promesas que le llevaron a la Casa Blanca en 2008, cerrar Guantánamo, aprobar una reforma migratoria; o un presidente nuevamente conciliador dispuesto a encontrar un término medio con unos republicanos que siguen siendo fuertes en la Cámara de Representantes. El Tea Party no ha desaparecido, sigue existiendo y su portavoz será el ahora excandidato a vicepresidente, Paul Ryan.