En una muestra más de la aconfesionalidad de esta España eterna, 800 colegios e institutos públicos madrileños se convertirán este agosto en improvisados albergues para los miles de peregrinos que se esperan por la visita del Papa. Los turistas religiosos tendrán cama gratis por la gracia de dios, y también por obra y gracia del Gobierno, de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento.
En otro lado, la supuesta liberal Aguirre y el teórico moderado Gallardón se han dado la mano al fin en algo: firmar un generoso convenio con la Iglesia Católica que para sí ya quisieran los organizadores de otros happenings capitalinos, como el Orgullo Gay o el Festimad.
El acuerdo no sólo implica prestar los colegios –y pagar los sueldos de los bedeles que tendrán que trabajar en agosto–. También incluye descuentos fiscales, la cesión gratuita del Palacio de los Deportes y del aeródromo de Cuatro Vientos e incluso un abono transporte a precio reducido ya que a los madrileños les aumenta.
¿El total de la visita del Papa? Unos 50 millones de euros.
El precio es tan disparatado que hasta ha provocado críticas dentro de la Iglesia: 120 sacerdotes madrileños han firmado una carta en contra del “escándalo social” que conlleva este dispendio en “el contexto de la actual crisis económica”. El cardenal Rouco Varela ha respondido a estas quejas: “No hay cosa más económica que rezar”. Y en eso tiene razón.
A la Iglesia, los 50 millones le saldrán gratis. La mitad, 25 millones, los paga el Estado (aconfesional). Y la otra mitad, las grandes empresas, que financian el evento a cambio de generosas exenciones fiscales. ¿El beneficio para las cuentas públicas? Está por ver.
Según los cálculos de la Iglesia, los peregrinos se dejarán 100 millones de euros en Madrid. Desde luego, no será por lo que gasten en hoteles y en Educación, Sanidad en Villaverde, eso no cuenta.