Los hechos han ocurrido poco antes de que cerrara la farmacia, alrededor de las ocho, en la calle de Esperanza Macarena, número 30, en el barrio de Los Rosales. A esa hora entraba el atracador con la pistola en la mano. "Nos ha dicho que no nos moviéramos, y que le diéramos la caja registradora", explicó Angi, una trabajadora de origen peruana que lleva dos años en la farmacia. En ese momento, no había clientes.
Como los tres empleados no se han movido del sitio, ha sido el propio atracador el que se ha tenido que apoderar de la caja. Eso ha motivado que tuviera que dejar la pistola para poder emplear las dos manos y hacerse con su pesado botín. Los empleados, casi partidos de risa por las circunstancias, se han percartado de inmediato que el arma era falsa. "No sabemos la cantidad exacta que se ha llevado porque tenemos que hacer caja y ver todo lo que habíamos vendido durante la tarde", añadió Angi. En el exterior, el ladrón tenía un compinche que le estaba esperando dentro de un coche, en el que huyeron a toda velocidad.
El dueño de la farmacia había acudido a comisaría a denunciar los hechos. Este es el segundo atraco que sufre la farmacia en los dos últimos años, pese a lo cual la empleada calificó la zona como "tranquila".
Fuente: El País